Todas las palabras de alabanza y adoración que damos al Señor son la demostración de nuestro amor y agradecimiento a Él.
La alabanza y la adoración fluyen naturalmente de un corazón que ha sido tocado por el amor de Dios. Le damos gracias por lo que Él nos ha dado, lo alabamos por lo que Él ha hecho por nosotros y lo adoramos por lo que Él es para nosotros.
Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre y viene del ser de la persona, no sólo de los labios.
Hebreos 13:15
Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará.
Isaías 43:21